viernes, 5 de octubre de 2012

Mi primer chucho

Chucho, o raya, es como se conoce a estos peces de los que más de una vez he oído hablar y he visto sacar, pero nunca había tenido la suerte de sacar uno ni enfrentarme a el. Pues bien, parece que ayer llegó ese momento.

Salida de madrugada a la dorada. El mar en perfecto estado, el viento soplando ligeramente de poniente y la compañía inmejorable (Alejandro y Santiago). La mañana era un poco fría, pero la verdad es que ya era hora, a estas alturas... 

Con las cañas montadas ya empezamos a pegar nuestros primeros lances. La verdad es que no fueron muy buenos, ya que entre que era de noche y que la  zona de pesca había variado mucho por culpa del temporal, llenándose de piedras donde antes había arena plana e inclinándose el terreno, pero bueno, poco a poco nos iríamos adaptando al terreno. 



Al rato de estar allí, mientras estaba comentando algo con Alejandro, quien cambiaba el cebo en una de sus cañas, empiezo a escuchar un carrete. Cual fue mi sorpresa al ver que la segunda caña de mi compañero estaba casi tocando la roca y con el carrete sacando hilo, y claro, ante tal situación lo primero que se te viene a la cabeza (y más teniendo la caña en tu cara) es coger la caña, aunque acto seguido caí en que no era la mía, y avisé a Alejandro casi sin saber qué más hacer. Tras unos cuantos tirones, finalmente partió, enganchado en alguna roca del fondo. Una lástima. 

Mas tarde, cuando ya empezaba a clarear, era yo quien se disponía a lanzar cuando vuelvo a escuchar un ruido similar al anterior. Sinceramente no le di la menor importancia, ya que pensaba que era un perro que andaba merodeando por la zona, pero al girarme a lanzar vi como mi caña arqueaba de forma similar a la de Alejandro y el carrete no paraba de sacar hilo. 

Tremenda batalla, iba con línea del 0.14 y tenía la mala experiencia previa aún en mente, por lo que a mi ver, no había nada que hacer. Finalmente cedió y conseguí que se acercara a las rocas para poder salabrarlo. Este fue el resultado:





A las dos horas, sacó Alejandro otro de poco más de dos kilos.

Finalmente las doradas gordas no aparecieron, si lo hicieron varios pescaditos pequeños, una mabra decente de Alejandro y una dorada de aproximadamente 300g de Santiago, que devolvió inmediatamente al mar para poder pescarla unos kilos más adelante (esa será difícil de volver a engañar, está ya enseñada jajaja)


Gran día el de ayer, no creo que se me olvide en bastante tiempo.

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