Buenas! Hace ya tiempo desde mi último post, ¡Casi medio año! Pero he vuelto, y le voy a ir haciendo poco a poco un lavado de cara al blog. He empezado cambiando la imagen de portada, espero que guste más!
Bueno, al tema!
Esta dorada es de hace dos meses y medio. Este año, como todos bien sabemos (por lo menos en la zona de Castellón y alrededores), ha sido un año de aire, mucho aire que traía consigo temporales semana si semana también. Esto, junto con lo molesto del aire ya hacía difícil y poco apetecible la pesca, pero si encima le sumamos la falta de tiempo debido a los estudios y el trabajo, pues poco tiempo hay para salir a pescar.
El caso es que una tarde me hago el ánimo y pese al viento, decido acompañar a Alejandro y a Ismael a pescar a Canet. Llegamos Alejandro y yo primero, y mientras descargábamos los trastos del coche el viento era soportable, pero al llegar al pesquero parecía que íbamos a echar a volar de un momento a otro. El caso es que finalmente (y tras mucho pensarlo) monto mi primera caña, le pongo el americano más maloliente y flácido que me encuentro en la caja y lanzo. La elección de este cebo era por un motivo justificado, y que nada tiene que ver con que les guste más a las doradas o menos. El motivo era sencillo: "para el rato que voy a estar aquí con el viento que hace... mejor gasto el cebo pocho y así me aguanta el bueno para otro día".
Llega Ismael y yo montando con tranquilidad la otra caña (ese ánimo ahí!). Mientras, la caña ya lanzada no paraba de girarse y zarandearse por el viento, por lo que no le prestaba atención ninguna. Monto mi segunda caña, lanzo, tenso la primera y de charreta con estos cuando, de repente, me da por girarme y veo la picada. Indiscutible picada, de las que gustan, doblando caña.
El caso es que no notaba la pieza demasiado debido al fuerte viento, así que con paciencia y el carrete medio abierto, la traje hasta la orilla, donde ya empezó a notarse en serio. Tras una breve batalla en las olas quedó tendida en la arena. ¡Imaginaos mi cara tras ver semejante ejemplar pinchado por mi anzuelo y allí tendido en la arena!
Bueno, como podéis imaginar, las ganas de irme se disiparon tras capturar la que es, hasta la fecha, la dorada más grande que he sacado. 1.700kg pesó el animal y aún mientras escribo estas líneas se me dibuja una sonrisa en la cara.
Más tarde llegó Juan con un amigo, pero poco duraron. Yo lo alargué sin casi esperanzas al final, pero se ve que era mi día y otra dorada sucumbió a mi engaño. Esta vez más pequeña, de unos 500g, pero no por ello menos meritoria, pues esa dorada cualquier otro día es motivo para dar saltos durante el resto de la pesquera.
Espero sacar alguna más de este estilo antes de que acabe el año!
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