Suena el despertador a las 4:30am, te vistes, tomas un café y te largas cargado de trastos y con los pies helados a la playa. Esta es la rutina que he aprendido a seguir estos últimos meses cuando tenía tiempo para ir a practicar mi afición preferida. Soportar el frío invernal sabiendo que las probabilidades de obtener alguna captura son escasas, y las de obtener una captura decente en talla mínimas, realizar un esfuerzo económico para obtener buenos cebos y que se echen a perder, preguntarte una y otra vez; pero qué hago mal? sin encontrar respuesta alguna... estas son unas de las muchas cosas que se deben soportar cuando vas en busca de las tan preciadas capturas de gran talla.
Yo, en mi caso, aún no he conseguido nada que pase del kg, pero hoy, una mañana fría donde las haya, he obtenido una pequeña recompensa al sacrificio hecho por mi parte, que no es, ni de lejos, lo que muchos y grandes pescadores soportan.
La jornada comenzaba un tanto rara, pues había decidido la noche anterior antes de dormir, que hoy sería el día en el que saldría de pesca, aún sabiendo que no tenía preparado casi nada, el único cebo del que disponía eran unas tiras de sepia congeladas, y debía buscar cebo a las 5 de la mañana (benditas máquinas expendedoras!).
Al llegar al pesquero monto los aparejos y cargo los anzuelos con gusanas, ya que la sepia debía descongelarse durante un tiempo. Cual ha sido mi sorpresa al percatarme de la falta de mi trapo! (En serio, NUNCA os dejéis el trapo, os lo dicen mis pantalones).
Nada más acabar de lanzar la segunda caña, me siento y al girar la cabeza para comprobar si estaba bien tensada o no, veo como gira el carrete hacia atrás. Pensando en que no estaba bien tensada tenso de nuevo pero noto algo raro al fina del hilo... Efectivamente, algo había al final de la línea, por lo que intento clavar y comienza la lucha, una lucha breve que perdí. Tras mis lamentaciones cargo de nuevo el anzuelo y a intentar enganchar de nuevo la pieza, esta vez sin suerte.
Pasado un buen rato, decido cambiar de táctica (raro en mi, pero visto el frío que hacía, parece que mi cerebro necesitaba que le llegara sangre para calentarse jajaja) por lo que saco las cañas y cargo en una lombriz con un flotter y en la otra un apetitoso trozo de sepia (que salió intacto). Pues bien, al rato de haber lanzado, decido echar un ojo a los aparejos, sobre todo al del flotter, así que compruebo si pesa y... ¡Premio! Un roncador de una talla ya decente para esta especie que me ha supuesto una tremenda alegría, aunque acto seguido de ser fotografiado fue devuelto al mar.
Estas mañanas de invierno, en las que la pesca es escasa, el frío te tira para atrás, y las playas parecen un desierto, tienen algo espectacular que las hace únicas: el amanecer. Esos primeros rayos que te animan a seguir en el puesto, que notas en la cara, que van dando un poco de luz y calor a la fría noche, que te hacen aferrarte aún más a este depote.
Eso es afición y lo de más son tonterías! Me alegro que el esfuerzo que estás haciendo te de recompensas!
ResponderEliminarPor cierto, muy muy bonita la última foto. Mua!
xavi, me gusta mucho tu blog, YO QUIERO HACERME UNO!!! se nota que te gusta mucho tu afición y que te lo estas currando!
ResponderEliminarY...Que era lo que has sacado y lo has devuelto al mar???
DE: eme-pesca
jajajajajaja :)
Lindo blog el que hisiste pibe!!!
ResponderEliminarGracias por dedicarle un rato de vuestro tiempo al blog! Me alegra que os haya gustado, y espero que sigáis disfrutando con las próximas entradas.
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